jueves, septiembre 21, 2006

Nati Mir: laica en la Iglesia!

NATIVIDAD MIR ROCAFORT
Ex-alumna del Pensionado de las RR de la Sagrada Familia en Lérida.

FUNCIONARIA DE HACIENDA

* 1922 Nati regresó a Sort, sin haber podido terminar los estudios, con deseos y necesidad de trabajar, ya que la familia era muy numerosa y “otro curso en Lérida no entraba en el programa trazado”).
* En Madrid ganó un puesto en el Cuerpo General de Administración de la Hacienda Pública. Primero Lérida, pocos meses. Luego Barcelona. Fue Funcionaria de Hacienda y Secretaria del Delegado. “El nombre de Nati se pronuncia con respeto y fraternal afecto en el Ministerio de Hacienda”.


Foto de la Iglesia de Sort. Provincia de Lérida.

ALMA DE APÓSTOL

Todo era para Nati motivo de extender el Reino de Dios en las almas. Su vida de familia, su vida de trabajo, su vida social, en todas partes derramaba el bueno olor de Cristo.
Nati hablaba de Dios a todas horas y con toda clase de personas. Nati sufría por las almas. Su humildad le vedaba buscar alivio con sus quejas a fin de evitar que los demás se compadeciesen de sus trabajos. Sólo por Dios y para Dios, en este ideal se cifraba todo su anhelo y sufrir sin hacer sufrir era el lema de su apostolado.
Pero toda esta inmensa actividad tenía su fundamento en su vida interior: las virtudes de piedad, caridad, humildad, obediencia era el aceite que nutría la lámpara de su amor a Dios y su celo por las almas.


DON DE PIEDAD

Cada día concurría a “oír Misa”, y si podía iba a dos misas pues “en la primera Misa, nos dijo un día, comulgo y si puedo oír otra Misa la ofrezco en acción de gracias por la Sagrada Comunión”.
Su postura modesta, su recogimiento, su atención, Nati se abismaba en Dios, daba siempre la impresión que no perdía en ningún momento la presencia de Dios. Su ejemplo nos hablaba de amor, reverencia y adoración.


SENTIR CON LA IGLESIA

En la vida interior de Nati, la virtud más saliente es la firme piedad, en su actuación exterior, en el apostolado, la principal característica fue siempre su amor a la Iglesia.
“Obediente y sumisa a la jerarquía ejecutaba fielmente sus sabias directrices. Su amor a la Iglesia la llevaba a amar a todas las obras que la Iglesia aprobaba y bendecía y de sus labios salieron siempre alabanzas para todas las personas que trazaban en otros campos de apostolado, con aquel su corazón amplio”.


Nosotras amamos a la Iglesia más que a nuestras vidas. Ana María Janer
CONTINUARÁ...

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