
Hacia el encuentro definitivo
Hasta ocho días antes de su muerte, la Madre Janer seguía participando de los momentos de oración comunitaria de la casa noviciado de Talarn, pero la enfermedad que padecía y por entonces llamaron "reumático-nerviosa", se iba agudizando... La Madre Janer había recibido el viático el 7 de enero y la unción de los enfermos el día 8..., a causa de las ampollas que le había salido y la hinchazón del cuerpo, la Madre no podía estar en cama, "cosa que le hace sufrir de un modo extraordinario"...
"Padre, mi deseo es morir como penitente por amor a Cristo Jesús
que por mi expiró clavado en cruz..."

Así recoge este episodio final de la vida de la Madre su primera biógrafa, que fue testimonio de lo ocurrido. La Madre Oriol Isern era una de esas veladoras que acompañaron a la "anciana Madre" en su tránsito a la casa del Padre con sus plegarias y su cercanía filial, pero ese acompañamiento fue recíproco puesto que quedándose un momento a solas con la enferma, sabiendo la Madre Janer que hacía pocos días que esa hermana había perdido a su Madre le cogió la mano y por tres veces exclamó en su lengua materna: "Fill meu". Después, la voz de la Madre Janer ya no se oyó más.
A petición de alguna religiosa, la Madre Massanés dispuso que todo el personal de la casa pasara por delante de la Madre Janer "a fin de que guardase memoria de aquella muerte tan edificante". Las hermanas entraban en la celda, contemplaban a la moribunda y desde su habitación se dirigían al coro para el rezo del vía crucis...
Cuando las hermanas rezaban la décima estación del vía crucis, que propone la contemplación de ese Jesús al que le arrancan las vestiduras, la Madre Janer expiró.
...El mismo 11 de enero la superiora general del Instituto comunicaba a todas las casas el fallecimiento de la Madre Janer, ocurrido a las once de la mañana...
El 12 de enero se dio sepultura a la Madre Ana María Janer Anglarill, fallecida de muerte natural el día 11 del mismo mes, habiendo recibido del cura párroco de la población, mosén Francisco Junoy, los sacramentos de penitencia, eucaristía y extremaunción. Sus exequias fueron muy concurridas y consistieron en una solemne misa de réquiem, de cuerpo presente.
Tomado de "ANA MARIA JANER ANGLARILL, una mujer sin fronteras", escrito por Fidel González Fernández y María Pilar Adín Carreras.
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